Reproduzco un fragmento del artículo La educación de entonces de Mariano José de Larra, publicado en el n.º 140 de
La Revista Española, Periódico
Dedicado a la Reina Ntra. Sra. el 5 de enero de 1834.
[...]
-Ésa es, señor don Lope, ésa es la vida arreglada que hay que hacer, y no la baraúnda ni la educación de ahora. Yo lo que sé decir a usted es que me acuerdo también de un tiempo en que no se encontraba un libro por un ojo de la cara, como no fuese el Astete, el Observatorio rústico de Salas (que es todo un libro) y otras cosillas sanas e instructivas al mismo tiempo; pues no se movía una paja en toda la Monarquía. Y ¡qué enseñanza! En aquellos tiempos ponía usted a su muchacho, si lo tenía, en la Escuela Pía o cosa semejante, y sabía usted que le enseñaban latín y su buen carácter de letra, que era un primor; y no le parezca a usted: todo esto, en poco menos de diez o doce años. ¡Ya ve usted! Pues ¿ahora? ¿Eh? Ha de saber el niño en un abrir y cerrar de ojos francés, inglés, italiano, matemáticas, historia, geografía, baile, esgrima, equitación, dibujo... ¡Qué sé yo! Sin conocer que eso no es para nuestro carácter. Sin ir más lejos, yo tengo un sobrino cuyo padre dio también en la flor de las reformas y de las ideas nuevas. Le puso al muchacho tanto divino ayo, y maestro, y pedagogo, que no tenía un momento en el día para rebullirse. Y ¿qué sucedió? ¿Qué había de suceder? Se quedó el muchacho pálido, seco como un esparto... Daba lástima verlo. ¡Y dale, que había de estudiar, y que había de...! Pues estudio fue, que... En fin, dos meses hace no más que murió.
-¿Qué dice usted? ¡Angelito! ¿Y murió de estudiar?
-No, señor; murió de un cólico; pero voy a lo que es...
-Por supuesto. ¡Qué lástima!
[...]
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